Hola vecin@s! En esta ocasión vamos a repasar brevemente la historia de Campanillas, entrando a conocer distintas personalidades, lugares, empresas o actividades culturales que han formado parte activa de nuestro distrito. ¿Te animas a conocerlas? 🙂
EL ALCALDE PEDÁNEO
Hasta las elecciones del año 1979, Campanillas estuvo regida por un Alcalde Pedáneo, cuya figura era el equivalente actual de Teniente de Alcalde o Concejal de Distrito.
En la regulación del cargo de alcalde pedáneo que se hizo en 1845, el nombramiento lo hacia el gobernador, a propuesta del Alcalde de Málaga y debía recaer en uno de los primeros contribuyentes de la pedanía. Era un puesto honorífico, gratuito y obligatorio durante dos años. Se permitía la reelección pero los reelegidos pedían aceptar o no.
Las funciones que ejercían eran: cuidar el orden público, inspeccionar y vigilar los establecimientos públicos, representar al vecindario de Campanillas, arrestar a los delincuentes instruyendo las primeras diligencias, además de todas las funciones que le encomendara el alcalde de Málaga. Como vemos tenía funciones judiciales, administrativas y civiles.
Desde los primeros años del siglo XX, y hasta poco después de terminar la guerra civil, ocupó este cargo D. Miguel Serra Gutiérrez, propietario del Cortijo Jurado. D. Juan Cano Aguilar fue el último alcalde pedáneo de Campanillas. Ambos ejercieron su cargo con desinterés y Generosidad, siempre al servicio de sus conciudadanos.
D. JOSÉ CALDERÓN MARTÍN
D. José Calderón Martín nació en el Ferrol (La Coruña) el 29 de diciembre de 1911. Su padre era Guardia Civil natural de Ardales. Al poco tiempo de Nacer D. José, la familia se trasladó a Málaga. En esta ciudad estudió bachillerato y con 20 años terminó los estudios de Magisterio.
Toda su vida profesional la realizó en la provincia de Málaga. Su primer destino fue Villanueva de Algaidas. En 1952 ocupó la plaza de Maestro en la Escuela de San Alberto, en Campanillas, y allí estuvo hasta su muerte en 1972. Además de realizar su labor docente, fue miembro de la Sociedad Malagueña de amigos del País y Colaborador en revistas y periódicos.
En Campanillas se le recuerda como “EL MAESTRO”, por su dedicación y entrega a la enseñanza. Trabajó junto con otros maestros para que se edificara un Centro escolar que cubriera las necesidades educativas de la zona. El esfuerzo y tesón se vieron recompensados con la construcción de Colegio Público “José Calderón” en 1972. D. José no pudo verlo en funcionamiento porque falleció el mismo día de su inauguración. Los padres de los alumnos decidieron por unanimidad poner su nombre en este centro, por el que él había luchado tanto.
DOÑA ROSARIO CANALES
Dª Rosario Canales fue la primera farmacéutica de Campanillas. Nació en Écija (Sevilla). Estudió Farmacia por vocación, pues en su familia no había antecedentes y se licenció en Granada en 1962. Después de una corta estancia en Madrid, se instaló en Campanillas en 1963.
Hasta la apertura de la primera farmacia, el 7 de diciembre de 1963, en un pequeño local de 30 metros cuadrados que adquirió en la calle José Calderón, eran los conductores de los autobuses los que traían, por encargo, las medicinas de Málaga.
En esta primera ubicación, nuestra farmacéutica además instaló su vivienda. Los primeros años fueron duros, pues nadie creía que una mujer pudiera llevar un negocio y ser una buena profesional. Dª Rosario se tuvo que ganar a pulso la credibilidad de los habitantes de Campanillas.
La Fotografía rememora la inauguración de la farmacia en su segundo emplazamiento, junto al antiguo ambulatorio, donde estuvo desde 1975 hasta 1993. En esta fecha se trasladó al Centro Comercial “El Carmen” cerca del nuevo Centro de Salud.
La herencia profesional y humana de Doña Rosario se ve continuada en sus dos hijas, licenciadas en Farmacia.
D. JOAQUÍN ARAGÓN SÁNCHEZ
D. Joaquín Aragón Sánchez nació en Málaga, hijo de una familia acomodada. Estudió Medicina en la Universidad de Granada y ejerció su profesión de manera vocacional. Su primer destino como medico fue en Campanillas, donde abrió su primera consulta en octubre de 1952. Estaba situada en el Puesto de Auxilio de S. José, en la calle Ruiz y Maiquez nº 4 Para realizar su trabajo solo disponía de un fonendoscopio, varios depresores de lengua, unas tijeras, unas pinzas, un bisturí y un aparato para tomar la tensión.
No todos los enfermos podían acudir a la consulta, por lo que D. Joaquín se tenía que desplazar con frecuencia a alguno de los cortijos que poblaban la vega.
D. Joaquín se jubiló en el ejercicio de la Medicina en 1992. En Campanillas es reconocido, junto con su esposa Dª Araceli Valderrama Torres, por su sencillez, trato afable y respetuoso y su entrega a la Medicina.
Dª ANTONIA DE PINO
Durante la mayor parte de los años cuarenta y cincuenta, en Campanillas, al igual que en otros pequeños pueblos, no había un servicio sanitario completo. El médico y el enfermero tenían un horario y fuera de él no había servicio de urgencias. Para suplir estas deficiencias había mujeres que se prestaban a poner inyecciones, o auxiliar a los heridos de un accidente.
Una de las primera mujeres que realizó este trabajo en Campanillas fue Dª Antonia del Pino. Nació el 31 de marzo de 1926 en Campanillas en el famoso “Patio del Jilguero”. Hija de una familia humilde, quedó viuda muy joven y tuvo que desempeñar diversos trabajos. Uno de ellos fue actuar como enfermera y poner inyecciones. Por eso se la conoce como “Antonia, la de las inyecciones”.
LA FAMILIA DEL VALLE
La familia Del Valle fue muy conocida en Campanillas en la década de los cuarenta y cincuenta por ser los componentes del Teatro Regional. Estaba integrado por D. José, Dª Matilde y los hijos: Dionisio, Angelita, Matilde, Salud, Arturo Pepa y Germán. Todos ellos, de uno u otro modo, trabajaron en la compañía. Pepa era una actriz cómica, Dionisio actor y guionista y Germán el galán. En la elaboración de los decorados y del vestuario colaboraba toda la compañía.
En la primera etapa de la compañía, vivían en Alhaurín el Grande y venían a actuar a Campanillas, donde montaban sus barracas durante una semana o más. La llegada del teatro a Campanillas era un acontecimiento importante, pues rompía la rutina de los campanilleros. En los primeros años, cada vecino se tenía que llevar su silla para asistir a la representación de la obra. Tenían un repertorio muy variado: comedias como Un caradura, Yo no quiero líos, Nosotros, ellas y el duende; dramas como Tierra baja, Hija y madre y obras clásicas como Miguel Strogoff y la Tosca Santa Genoveva de Brabante.
En 195 la familia fijó su residencia en la Fresneda. En mayo de 1979 se retiraron y realizaron su última función en Campanillas en casa de D. Juan Vera. En abril del 2000 murió Angelita, la última superviviente de esta saga de actores. Con ellos se acabó una tradición que en un tiempo ilusionó a los habitantes de localidades rurales pequeñas. En estos núcleos de población se recibía con alegría todo tipo de espectáculo, como una de las pocas formas de evadirse de una realidad que no ofrecía demasiados divertimentos. Por este motivo, los que en su día fueron espectadores de estas pequeñas compañías de teatro itinerante aún las recuerdan con emoción
D. FRANCISCO TERNERO VEGA,
PRIMER POLICIA MUNICIPAL DE CAMPANILLAS
Paco, “el guardia”, como le llamaban los vecinos de Campanillas, nació en el pueblo de Villanueva de la Concepción, donde ayudaba a sus padres en un bar de su propiedad. Allí vivió hasta que se caso y se trasladó al barrio de la Trinidad de Málaga.
Trabajó varios años de camarero y decidió presentarse a unas oposiciones que se convocaron para ocupar plazas en el Cuerpo de la Policía Municipal del Ayuntamiento de Málaga. Consiguió esta plaza e ingresó en este cuerpo en el año 1936. Su primer destino fue la zona centro de Málaga.
Su traslado a Campanillas fue sugerido por el vecino de esta barriada D. Diego Jurado, que le comentó que Campanillas era un pequeño barrio, tranquilo y con pocos habitantes y que como guardia estaría bastante bien allí. La creación de una plaza de guardia municipal en Campanillas dio oportunidad a D. Francisco Ternero de cambiar de destino. Cuando llegó a Campanillas se alojó en una casa de alquiler de la calle José Calderón.
Las funciones que ejercía era de mantenimiento del orden público en colaboración con la Guardia Civil y administrativas como tramitación de permisos de obra y apertura de negocios. Como vemos, realizaba tareas que hoy son competencia de la Tenencia de alcaldía o Ayuntamiento.
D. Francisco se jubiló a finales de los años sesenta y vivió en Campanillas hasta su muerte.
UN ACTO HEROICO EN CAMPANILLAS
En octubre de 1972, la hazaña de una niño de cuatro años, Juan Manuel Nadales, residente en uno de los muchos cortijos que había en los montes cercanos a Campanillas, fue portada en los periódicos locales y nacionales.
La tarde del día 20 de octubre una fuerte tormenta acompañada de un gran aparato eléctrico descargó sobre Campanillas. Unos de los rayos que cayeron durante la tormenta fue a dar en la casa donde vivían Juan Manuel y su familia. La chispa eléctrica entró por la chimenea y salió por un ladrillo roto. Destrozó todo lo que encontró a su paso. Cegó a un hermano de Juan Manuel y mató a su madre. Él salió ileso y, al ver que su hermano todavía respiraba, no dudó un momento en salir en medio de la tormenta en busca de ayuda. Cuando llegó al cortijo más próximo lo único que pudo decir es que su madre había muerto y su hermano estaba ahogándose. Los vecinos llegaron a tiempo de salvar al hermano. El diario SUR calificó de acto realizado por este niño como “acto heroico”.
EL SILLERO
En los años sesenta, cuando Campanillas estaba integrada por un grupo de casas al lado del cuartel de la Guardia Civil, otro en los alrededores de la iglesia y varias viviendas diseminadas cercanas a la actual cochera de automóviles Olmedo, uno de los muchos trabajos artesanales que aún se daba era el de sillero.
El trabajo de sillero era bastante laborioso. Primero había que buscar en el río Guadalhorce el material de trabajo: la anea. Durante dos semanas se mantenía extendida al sol para que se secara y se pudiera trabajar con ella.
El sillero se anunciaba con una especie de pregón que decía: “¡El silleroooo! ¡Arreglo las culeras de las sillas, corto las patas y se las dejo bajitas y cómodas!” a cuya voz acudían las personas necesitadas de sus servicios.
Los silleros llevaban su taller a cuestas: aneas, serrucho, machota, gubia y tijeras. El arreglo de una silla duraba una hora aproximadamente. En verano procuraban buscarse una sombra para trabajar y en invierno, el portal de una casa si llovía o una recacha al sol si hacía frío.
Este trabajo era duro y, como casi todos, mas remunerado, por lo que para sacar adelante a sus familias estos hombres tenían que trabajar en otras cosas.
En Campanillas el último sillero que hubo fue D. Antonio Carvajal Gómez. El oficio le venía de familia, su abuelo y su padre también lo fueron y aún jubilado se le podía ver por las calles con su bicicleta cargada de aneas.
EL LECHERO
La figura del lechero ha sido una de las claves de la vida cotidiana y de nuestro país y por tanto también de Campanillas. La leche ha sido y es un alimento básico, por lo que un buen lechero (que no bautiza mucho su mercancía, a fuer de mal cristiano) era estimado por sus conciudadanos.
Realizaba su trabajo de madrugada. Era frecuente verlo descansar cerca de un pozo, donde introducía los cántaros para que la leche se refrescara. Estos recipientes eran de lata y se rodeaban en el borde con una caña para que la leche no se derramara.
Para servirla utilizaba tres medidas: de litro, de medio y de cuarto. Tenía la leche de entonces un sabor más ácido y al cocerla dejaba una espesa nata de color amarillo y sabor agradable. Los médicos recomendaban rebajarla con agua para dársela a los niños pequeños, y hervirla tres veces seguidas para eliminar los gérmenes.
Uno de los lecheros más famosos que hubo en Campanillas fue Antonio Molina.
CORTIJO JURADO
A partir de mediados del siglo XIX, como consecuencia de la venta de tierras llevada a cabo por el Ayuntamiento de Málaga, surgieron en la vega del río Campanillas numerosos cortijos. Sus propietarios pertenecían a la burguesía malagueña. Además de cultivar sus tierras los utilizaban como fincas de recreo durante el verano. Si tenemos en cuenta el aspecto que debió tener el río Campanillas en aquella época, con agua limpia todo el año y alamedas a ambos lados, se comprende que se diese este uso a la finca.
El Cortijo Jurado fue mandado construir por doña Trinidad Grund. Su construcción responde al llamado estilo inglés. Está situado en una colina para resguardarse de las crecidas del río. Sus límites iban desde el actual Mercamálaga hasta el puente del río. Estaba rodeado de un espeso y cuidado jardín y, como bien dice el dicho popular, tiene tantos huecos y ventanas como días tiene el año.
En torno a este cortijo se han creado una serie de leyendas y misterios, pero por fortuna o por desgracia, ninguno cierto. Pues no es cierto que haya en sus sótanos máquinas de tortura utilizados por la Inquisición, ni que tenga pasadizos secretos.
Adosada a la construcción principal de este cortijo había una capilla y una casa para los guardeses. El secadero de pasas estaba situado en medio de la finca, alejado de la vivienda. En la época de la vendimia trabajaban más de cien personas en sus tierras.
Adosada a la construcción principal de este cortijo había una capilla y una casa para los guardeses. El secadero de pasas estaba situado en medio de la finca, alejado de la vivienda. En la época de la vendimia trabajaban más de cien personas en sus tierras.
Otros propietarios de este cortijo han sido: la familia Muñoz Seca, de Madrid; la familia Quesada, de Málaga y D. Miguel Serra, que lo compró en 1920.
CORTIJO “EL CIPRÉS”
El cortijo “El Ciprés” fue una de las haciendas más grandes de la zona. En el decir de la gente, lindaba con Las Barrancas, con el Cortijo Quintana, el río Campanillas y con Santa Rosalía. En los años cuarenta, los dueños de esta hacienda eran la familia Romero Luque y la mayor parte de la finca se dedicaba al cultivo de la vid y el olivo.
A principios de los años setenta parte de las tierras se vendieron a la empresa estadounidense Caterpillar y en la década de los noventa, el Ayuntamiento de Málaga lo adquirió para la ubicación del Parque tecnológico de Andalucía. En la actualidad, después de su restauración, el cortijo es la sede principal de la administración del parque, conviviendo con edificios modernos y vanguardistas.
CORTIJO VICTORIA
El Cortijo Victoria, situado en plena vega del río Campanillas, fue construido en 1853 por D. Manuel Viana Cárdenas y Márquez, vecino de la ciudad de Málaga. Según consta en una placa que hay en la fachada principal de la casa, fue el primero que se edificó en la Dehesa del Prado y la Fresneda. Tenía una extensión de unas 27 hectáreas y las siguientes dependencias: casa principal y de colonos, capilla, estufa y secadero de pasas. A mediados del siglo XX, llegó a ser habitado por unas cuarenta personas. Cien años más tarde de su construcción, el dueño de la finca era D. Miguel Muro Moreu, a finales del siglo XX era propiedad de D. Salvador Martín Aguilar y D. Francisco Sánchez.
Los que conocieron la vida en la cortijadas guardan en su memoria una amplia gama de sensaciones: el olor de la comida almacenada en la alacena, el hedor del estiércol de las cuadras y la sensación de cobijo que daban los grandes árboles plantados a la entrada de la vivienda principal, árboles viejos y frondosos, tan enraizados en la tierra como los propios moradores de estas casas.
IGLESIA PARROQUIAL “NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN”
La concentración de la población en la zona cercana al río, en la zona conocida como “la plaza”, hizo que las autoridades eclesiásticas se plantearan la necesidad de construir un templo parroquial que cubriera las necesidades religiosas de sus habitantes. Hasta entonces las capillas existentes en los cortijos cercanos habían hecho las veces de parroquia.
La primera piedra del templo parroquial se colocó el 20 de enero de 1896. El terreno donde se ubica fue cedido por D. Santiago Janer y Macías, propietario de la finca Sta. María. Una junta presidida por el Sr. Obispo de la Diócesis y D. Carlos Larios, Marqués de Guadiaro, era la encargada de recabar los fondos para su construcción.
El proyecto fue realizado por los ingenieros D. Ignacio y D. Silverio Fernández de la Somera. Las obras se terminaron en 1903 y durante todos estos años sufrieron varias paralizaciones por falta de presupuesto. En 1899 gracias a la mediación de doña Amalia Loring de Silvela se consiguió del gobierno una ayuda económica para terminar su edificación.
En total la construcción de la iglesia costó unas 27.000 ptas., de las que 11.840 ptas. Fueron subvencionadas por el gobierno y el resto se recaudó entre los vecinos. El proyecto inicial contemplaba la edificación de tres naves, pero la falta de presupuesto obligó a que se hiciera de una sola nave.
EL LAVADERO DEL PILAR
El lavadero del Pilar estaba situado en el Pilar del Prado, que fue tierra realenga en la antigüedad, iniciándose en nuestros tiempos como núcleo urbano a partir del año 1964. La primera vivienda que se construyó fue la del capataz del cortijo “Lo Arrabal”, D. Pedro Cueto.
En el centro de este lugar existía una fuente que antes fue abrevadero para el ganado que transitaba por el Camino Viejo de Ronda de paso para el Matadero Municipal de Málaga. Esta fuente era la única que existía en la barriada, sus aguas eran de buena calidad tanto para el consumo como para las tareas del lavado por lo que siempre fue una fuente muy concurrida.
En 1967 el Ayuntamiento de Málaga construyó un lavadero rectangular, con cuatro pilas en cada una de sus dos filas y con unos buenos tendederos. Fue demolido diez años después debido al gran descenso de su caudal. La construcción de numerosos pozos en las cercanías fue aminorando su caudal hasta hacerlo desaparecer.
Con la perdida del lavadero se acabaron las charlas y los cantes a la hora de las coladas, así como las tertulias al fresco del agua del pilar en las noches de verano.
AUTOMÓVILES OLMEDO
La empresa Automóviles Olmedo fue fundada por D. Francisco Olmedo Gutiérrez. Cuenta D. Guillermo Olmedo, hijo del fundador, que su padre era labrador y hasta 1925 tuvo en arriendo tierras en el término de Cupiana donde cultivaba vides para la producción de pasas. La filoxera arruinó a gran parte de los pequeños agricultores que como D. Francisco cultivaban viñas. La mayoría de ellos tuvieron que dejar el campo e irse a la ciudad en busca de trabajo. D. Francisco se quedó en Campanillas y cambió el cultivo de las viñas por el transporte de viajeros y mercancías.
El primer vehiculo que se compró fue de la marca Chevrolet que le servía para transportar viajeros y mercancías. Realizaba el recorrido desde los Portales de la Fresneda hasta Málaga. A partir de 1928 deja el transporte de mercancías y se dedica sólo al de viajeros. Para entonces ya había adquirido un segundo coche. La tarifa era de 0.95 ptas.
El desarrollo de la empresa de D. Francisco fue parejo al del transporte en general. En 1960 contaba con cinco autobuses y además de realizar el servicio regular Campanillas-Málaga también llevaba trabajadores a las fábricas de Intelhorce, Azucarera y Amoniaco. Automóviles Olmedo siempre ha compatibilizado el servicio regular de viajeros con el transporte discrecional. En el año 2000 recibió el premio Líder del Buen Servicio otorgado por la revista Actualidad dedicada al sector del turismo, la industria y el comercio.
Esta empresa familiar es un símbolo de Campanillas. Cuando viajamos fuera de nuestra provincia y nos encontramos uno de sus autobuses sabemos que algo de Campanillas va en él.
CASA CUARTEL DE LA GUARDIA CIVIL
La Guardia Civil se estableció en Campanillas en 1855. En estos primeros años su cuartel estaba ubicado en el cortijo Campanillas, situado al sur de la estación del ferrocarril. Este destacamento pertenecía a la demarcación de Cártama.
En 1926 el Ayuntamiento de Málaga alquiló a D. José Quesada Márquez un edificio, en la entrada de Campanillas entre el Camino Viejo de Ronda y la carretera de Álora, que cedió a la Guardia Civil para que estableciera en él su casa cuartel.
Durante los años de 1936 y 1937 el puesto estuvo cerrado. En 1955 unos temporales de lluvia dejaron la casa en ruinas, peligrando el mantenimiento de este acuartelamiento. La aportación de los vecinos y del propietario de la finca hizo que se mejorara notablemente las condiciones de habitabilidad y que la benemérita pudiera seguir prestando sus servicios en Campanillas y sus alrededores. En 1968 la plantilla estaba formada por un sargento, un cabo y siete guardias. En 1973 se cerró definitivamente esta casa cuartel.
El edificio de la casa era cuadrangular con un gran patio en su interior por el que se accedía a las viviendas de los guardias. En el patio se ubicaban los servicios comunitarios y en la parte posterior se encontraba la cuadra para los caballos.
La convivencia entre los vecinos de Campanillas y los guardias civiles fue siempre cordial. El día de la Virgen del Pilar, patrona del cuerpo, se hacía una gran fiesta en el patio del cuartel y se invitaba a las personas más representativas de Campanillas y sus alrededores además de a los vecinos más cercanos de la casa. En Navidad las pastorales siempre se detenían a cantar villancicos y a pedir el aguinaldo. Entre las personas que habitaron en esta casa cuartel destacan el cantante José Umbral y el general de división D. Antonio Blanes García.
ESCUELAS NACIONALES
El hecho de que, hasta la segunda mitad del siglo XX, la mayor parte de la población de Campanillas viviera diseminada por la vega, dificultó bastante la escolarización de los niños, hasta que se crearon las Escuelas Rurales en 1954. El promotor de estas escuelas fue el Obispo de Málaga D. Ángel Herrera Oria, que preocupado por la situación de las zonas rurales, propuso al gobierno la creación de un patronato que pusiera en marcha las escuelas rurales. En la zona de Campanillas se crearon cuatro: Casamayor, Los Arias, Colmenarejo y Maqueda.
Hacia el año 1965 el núcleo de Campanillas surgido alrededor de la iglesia parroquial era el más poblado y en él se establecieron las escuelas nacionales. Cada grupo de escolares estaba en un edificio diferente; para los más pequeños se construyeron dos clases prefabricadas en un lugar llamado Las perchineras. Las niñas mayores de siete años iban a la escuela situada en el edificio llamado El falange y los niños asistían a otra ubicada en el solar que años más tarde ocupó la sede de la asociación de vecinos Evolución. La dispersión de la población escolar y la precariedad en las condiciones de escolarización se mantuvieron hasta 1973, año en que se inauguró el colegio José Calderón.
PUENTES SOBRE EL RÍO CAMPANILLAS
Durante el siglo XIX el desarrollo de la industria metalúrgica permitió la fabricación de grandes vigas de hierro que fueron utilizadas en multitud de estructuras arquitectónicas y de ingeniería. Una de las tipologías en la que se generalizó el uso del hierro como material principal fue en la construcción de puentes. En nuestro entorno más cercano tenemos muchos ejemplos: Puente de los Alemanes en Málaga y Puente de Cártama por citar algunos.
El río Campanillas tuvo dos puentes de hierro, uno para salvar el paso del río por el Camino de Álora y otro para que cruzara el ferrocarril a la altura de la estación. Los dos fueron construidos por la empresa Altos Hornos de Málaga en su factoría de Huelin.
El puente que daba acceso a Campanillas por el camino de Álora estuvo en pie hasta los años sesenta (siglo XX). Fue construido en 1905. El del ferrocarril no se sabe con exactitud la fecha de su construcción pero tuvo que ser anterior a 1861, fecha en la que empezó a funcionar el tramo de vía férrea Málaga-Cártama.
Cuando se hizo el trazado de la línea férrea los propietarios de las fincas afectadas exigieron que se construyera un apeadero en Campanillas. Sobre la duración de las paradas del tren en él, el pueblo acuñó el siguiente dicho “paras menos que el tren en Campanillas”. Este dicho tiene su justificación en que la estación de Campanillas era la primera parada del tren después de Málaga y tanto por su cercanía a esta ciudad como por el escaso número de habitantes de la zona a finales del siglo XIX, el tren no hacía prácticamente ninguna parada y las que realizaba las hacía con muy poco margen de tiempo.
LOS TEJARES
Debido a la composición del suelo de la vega de Campanillas, la industria del tejar es una de las más tradicionales y antiguas. En 1890 ya existía un tejar en los terrenos ocupados por el antiguo matadero de Famadesa. Perteneció a D. José López Rodríguez. El ladrillo que se fabricaba era de adobe, mezcla de barro y agua. Se amasaba con los pies, se ponía en moldes y se dejaba secar al sol.
El auge de la construcción en los años sesenta (siglo XX) hizo surgir numerosos tejares en el entorno de Campanillas, el de Jurado o Zocueca era el más grande. Trabajadores de Linares, Zocueca, Las Gabias y otros pueblos andaluces se establecieron en Campanillas. Todos provenían de regiones con gran tradición en la industria del tejar. En los primeros años el trabajo se hacía Manuel y el cocido en los hornos. Los primeros hornos funcionaban con orujo, más tarde se empezó a utilizar el fuel para calentar el horno y el carbón para continuar la cocción.
Los primeros tejares eran de empresarios autónomos y más tarde se transformaron en cooperativas de trabajadores. La crisis económica de los años ochenta (siglo XX) fue dura para esta industria. Antes de la crisis había doce tejares y la reconversión efectuada hizo que se cerraran cinco de ellos. Los que sobrevivieron vivieron años de bonanza económica a finales del siglo XX.
La industria del tejar ha sido muy importante en Campanillas. El primer despegue económico fue provocado por la apertura de estas fábricas. Muchos trabajadores agrícolas de los cortijos de la zona empezaron a trabajar en ellas, iniciándose así un cambio en la economía campanillera. También es importante destacar que al estar constituidas estas industrias como cooperativas de trabajadores sus beneficios repercuten directamente en el pueblo.
FABRICA DE PALMA
La palma es una fibra textil que se extrae del palmito, con la que se había cuerdas antes de la aparición de las fibras artificiales.
En 1957 D. Enrique Morente Reyes puso en marcha varias fábricas de palma en Málaga, la más importante de ellas en Campanillas, Ntra. Sra. Del Carmen. Ésta fue la primera industria que se creó en la barriada.
D. Felipe Fernández Carmona fue su director, en ella trabajaban más de cuarenta y dos personas aproximadamente, la mayoría mujeres. La materia prima se traía a lomos de burro de las sierras cercanas y con las cuerdas elaboradas se hacía capachos para molinos y también se utilizaban en la fabricación de las tapicerías de los coches, aunque la mayoría de la producción se exportaba al extranjero.
El auge de los plásticos y sus derivados hizo quebrar esta empresa que esta empresa que estuvo en funcionamiento seis años.
MUJERES TRABAJANDO EN EL CAMPO
Desde la antigüedad la mujer ha sido la encargada de la siembra, cuidado y recogida de la cosecha en la propiedad familiar. También era corriente que trabajara fuera de ella en la época de más abundancia de trabajo. Este trabajo aportaba a la renta familiar otro salario, siempre más bajo que el del hombre. La vendimia, la recolección del algodón o la recogida de la aceituna eran algunas de las faenas realizadas por las mujeres que se organizaban en cuadrillas a cargo de las cuales estaba la manigera.
En los meses de menor actividad en el campo, ayudaban a la economía familiar tejiendo pleita. Los trabajos realizados servían para ser cambiados por unas alpargatas o tela para confeccionar un vestido.
Jamás subió tan alta la fuente.
En tu cadera, junto a tu vientre
Agua de vida, arcilla y barro,
Agua y simiente.
Al aguadero cantando viene
Su cantinela la primavera.
La campana llama Campanillera.
Las dulces naranjas, los Ácidos limones.
La Piedra vela la vid que crece.
Hacía la tarde todo parece
Que el río soñara un mar de peces.
Alberto Gálvez
LA PIEDRA DE LA TORRE
Lo que hoy conocemos como “La Piedra de la Torre” albergó una torre vigía musulmana. Este sistema de vigilancia es muy antiguo. Cuentan los historiadores romanos (Tito Livio y Plinio) que ya existía en la península en la época fenicia, pero fueron los musulmanes los que lograron perfeccionar esta forma de defensa. En el s. XI los pueblos invasores africanos importaron a la península un sistema de torres vigías que los pueblos castellanos llamaron “torres de rebato”. Desde éstas se vigilaban los caminos de acceso o pasos de montaña por donde se producían las incursiones cristianas. El aviso se hacía por medio de señales de humo si era de día o con fogatas si era de noche. Estaban emplazadas en lugares altos con buena visibilidad a sus dos torres inmediatas para poder comunicarse y propagar la alarma.
La Torre del Prado, como era conocida nuestra torre, debe su nombre al hecho de estar situada en el monte a cuyo pie se encontraba la “Dehesa del Prado”. Tenía forma cilíndrica y estaba situada a unos 200 metros sobre el nivel del mar. Desde ella se divisaba al este las torres del Atabal y la Reyna y al oeste el valle del Guadalhorce con el castillo de Cártama al fondo.
Fue mandada construir por Mohamed II, monarca nazarita que reinó entre 1273 y 1302. Entre los logros de su reinado está la construcción de un sistema de defensa por medio de atalayas para la vigilancia de la frontera oeste del reino, la más amenazada por los cristianos. Este sistema de vigilancia era tan rápido que se decía que en sólo una noche podían transmitirse señales desde Alejandría hasta Ceuta.
LA NEVADA
“La nevada del siglo”. Así fue calificada la nevada que cayó la madrugada del día 3 de febrero de 1954 en Campanillas. La nieve empezó a caer sobre la media noche del día 2. Las pocas personas que había en la calle vieron caer unos copitos blancos a los que no prestaron atención.
Al amanecer del día 3, un inesperado paisaje esperaba a los campanilleros más madrugadores. Toda la vega cubierta por un manto blanco. Para muchas personas era la primera vez que veían la nieve y para todos fue un motivo de fiesta y jolgorio. Se suspendieron las clases en los colegios y los niños y jóvenes ocuparon la carretera de Cártama con sus juegos y muñecos de nieve. Se tomaron muchas fotos ese día para tener un recuerdo del acontecimiento.
En los periódicos de la época se comentó que, a pesar de la nevada, las temperaturas no fueron excesivamente bajas en la capital, pero en la vega, al día siguiente heló y los daños en la agricultura fueron cuantiosos. Almendras, naranjas, limones y hortalizas se perdieron. Fue un día nefasto para el campo pero inolvidable para los ciudadanos.
DESBORDAMIENTO DEL RÍO
La fotografía muestra el desbordamiento del río Campanillas en 1989. Esta riada fue la última del siglo XX que produjo daños en las cosechas y en las viviendas, aunque afortunadamente no hubo desgracias personales.
Lamentablemente no siempre ha sido así. Se recuerdan dos riadas especialmente fuertes a los largo de esta centuria. La primera en septiembre de 1907. Después de unos años de sequía, una gran riada produjo numerosas víctimas y cuantiosos daños materiales. Cuentan los más viejos que la corriente arrastraba los cadáveres y en la explanada de Santa Águeda se llegaron a agrupar hasta siete.
Después de este suceso, las crecidas del río eran avisadas por los vecinos del arroyo Cupiana con tiros o el sonido de caracolas. Años después, la Guardia Civil contactaba con Villanueva de la Concepción para conocer la evolución del caudal aguas arriba y prevenir las crecidas en la parte más baja de la vega.
El 28 de septiembre de 1961 se produjo otra riada tan grande como la anterior. El agua llegó a las cocheras de Automóviles Olmedo. Fuertes vientos derribaron los postes de electricidad y los vecinos afectados, sin luz y desamparados, se refugiaron en la finca de Los Ruiz, hoy urbanización El Brillante, en el coro de la iglesia o en el estanco, por ser los lugares más altos y seguros. En esta ocasión, los afectados fueron indemnizados por el Gobierno. La cuantía de la ayuda osciló entre las 1.000 y 20.000 pesetas, dependiendo de la gravedad de los daños.
La construcción de la presa de Casasola, en el año 2000, dio tranquilidad a los habitantes del valle del río Campanillas. Aunque recientemente se han vuelto a repetir.
LAS VIÑAS Y EL VINO EN CAMPANILLAS
Desde mediados del siglo XIX y hasta la primera mitad del XX, el cultivo de la vid en Campanillas fue muy importante. Tanto era así que el 90% de sus tierras hábiles estuvieron plantadas de viñas.
Dentro de las múltiples variedades de uvas que se conocen, los agricultores de la época optaron por la Moscatel y dentro de esta variedad, por el romano que es la Moscatel representativa de los pagos agrícolas de nuestra provincia.
Durante mucho tiempo, la explotación vitivinícola ocupó el trabajo de la agricultura campanillera, pues se necesitaba una copiosa mano de obra durante todo el año, dadas las múltiples faenas de laboreo, que en aquella época eran todas manuales.
La comercialización de la pasa traspasó nuestras fronteras y el nombre de Campanillas fue conocido en muchos países y sobre todo en el Reino Unido que era nuestro mayor importador. Una parte más pequeña de la producción se empleaba en su vinificación. Cada cortijo disponía de su lagar para elaborar sus vinos. Estos lagares eran unos receptáculos con el suelo de piedras grandes y lisas, donde la uva se rompía con artilugios de madera y se terminaba de triturar con las pisadas de los hombre, que calzados con alpargates de esparto, ejecutaban una especie de danza sobre las uvas hasta dejarlas hechas una masa pastosa. Más tarde esta masa se prensaba con medios muy rudimentarios y se le exprimía el caldo que se llama mosto y que luego pasaba a unos recipientes de madera con forma troncocónica donde fermentaba hasta hacerse vino. Después se pasaba a botas de madera de roble y allí se terminaba su crianza y añejamiento antes de sacarlo al consumo.
Eran estos vinos de una enorme riqueza en azúcares por la concentración de sus frutos, pues antes de su elaboración el fruto se sometía a varios días de asoleo (exposición al sol) con lo que se conseguía concentrar los azúcares del fruto. Tuvieron fama por su calidad, aroma, fructuosidad y naturalidad. Todavía hay clubes de aficionados al vino que lo recuerdan como una joya de nuestra tierra.
Con el paso del tiempo y aprovechando la fertilidad de estas tierras y su alto grado de riqueza hidráulica, los agricultores se dedicaron al multicultivo y surgieron otras plantaciones que tenían menos coste y por tanto más efectos gananciales y desaparecieron las viñas que en su día representaron el símbolo de estos terrenos.
EL BRASERO
El uso generalizado de la electricidad y el gas como calefacción en los hogares se produjo en el último cuarto del siglo XX. Hasta entonces en la mayor parte de Andalucía se utilizaba la leña para calentarse en invierno. Se solía hacer fuego en una chimenea o en un brasero.
Para hacer un brasero, además de leña, se empleaban otros materiales como los tallos de maíz y de tabaco, que no hacían buen rescoldo, por lo que había que hacer “una copa”. Para conseguirla, a la leña se le añadía picón, carbón muy menudo que sólo sirve para el brasero. La leña que mejor rescoldo hacía era en primer lugar la del olivo, después las de cepas de la vid, los sarmientos, la de almendro y la de limonero. Normalmente se aprovechaba la época de la poda para almacenar leña. Los braseros se hacían en cubos, en palanganas o en sartenes viejas.
El brasero, al igual que otras muchas cosas, tenía sus rituales, uno era sentarse alrededor y echar un buen rato de conversación agradable y en paz.
LA PROCESIÓN DE “NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN”
Cada año, el 16 de julio, los campanilleros sacan en procesión, por las calles más importantes de la localidad, a su patrona Ntra. Sra. Del Carmen. Esta celebración se viene repitiendo desde que se inauguró la iglesia parroquial de Campanillas en los primeros años del siglo XX. Tan sólo se interrumpió durante la guerra civil.
La imagen de la Virgen, objeto de culto, es de escaso valor artístico. Data de 1939 o 1940. En 1989 fue restaurada siendo párroco D. Jaime Gasulla. De la imagen anterior hay versiones contradictorias entre los vecinos más antiguos. Unos dicen que fueron testigos de cómo la imagen de la Virgen fue echada al río en las revueltas del primer año de guerra civil, cuando la iglesia fue convertida en economato y otros dicen que se guardó en una casa de Málaga durante el tiempo de la contienda y que luego se trajo de nuevo a Campanillas.
Hasta 1997 la imagen en procesión era portada por hombres. A partir de ese año hombres y mujeres se reparten el recorrido que cada año es más largo. El arreglo de la Virgen hasta 1990 estuvo a cargo de Dª Rosita una señora que prácticamente toda su vida estuvo al cuidado de la parroquia. En 1995 se fundó la Asociación Cultural del Carmen que es la que organiza la procesión e incorpora cada año nuevos elementos que realzan la vistosidad del paso.
¡Esperamos que después de este texto hayáis aprendido algo nuevo sobre nuestro distrito!
Créditos: Asociación Cultural Piedra de la Torre
Un saludo y hasta la próxima.